Entrevista con Milton Friedman acerca de la Guerra contra la Drogas
Lo que sigue es un extracto de “Friedman y Szaz sobre la Libertad y
las Drogas”. Pertenece a una entrevista de 1991 en el “Foro Americano
sobre Drogas”, un programa de debate nacional sobre asuntos públicos
que se emite en los canales públicos de televisión. Randy Paige es un
periodista especializado en asunto de drogas de Baltimore, Maryland,
ganador de un premio Emmy; el profesor Milton Friedman ha sido Profesor
Investigador Senior en la Hoover Institution sobre Guerra, Revolución y
Paz en Stanford desde 1977 y se le considera el líder de la escuela
económica monetarista de Chicago. El profesor Friedman ganó el Premio
Nobel de Economía en 1976 y ha recibido asimismo la Medalla Nacional de
la Ciencia y la Medalla Presidencial de la Libertad del Gobierno de
EE.UU. en 1988.
Paige: Ocupémonos en primer lugar del asunto de la
legalización de las drogas. ¿En qué piensa que mejoraría América bajo
ese sistema?
Friedman: Pienso que América tendría la mitad de prisiones,
la mitad de reclusos, diez mil homicidios menos al año, barrios urbanos
en los que habría una oportunidad para gente pobre que viviría sin
temer por sus vidas, ciudadanos que podrían ser respetables que son
ahora adictos no convirtiéndose en criminales para obtener su droga,
pudiendo obtenerlas con garantías de calidad. Ya sabe, ahora ocurre lo
mismo que bajo la prohibición del alcohol.
Bajo la prohibición del alcohol, las muertes por envenenamiento
alcohólico, por cosas que se mezclaban con el alcohol de contrabando,
aumentaron bruscamente. Igualmente, bajo la prohibición de las drogas
han aumentado las muertes por sobredosis, por adulteración o por
sustancias adulteradas.
Paige: ¿En su opinión, en qué afectaría negativamente la legalización a América?
Friedman: El principal efecto adverso que podría tener la
legalización sería que muy posiblemente habría más gente tomando
drogas. Aunque esto no está claro en modo alguno. Pues, si se
legalizan, se destruiría el mercado negro y el precio bajaría
drásticamente. Y, como economista, sé que precios más bajos tienden a
generar mayor demanda. Sin embargo esto hay que tomarlo con grandes
reservas.
El efecto de la criminalización, de hacer ilegales las drogas, es conducir a la gente de las drogas blandas a las duras.
Paige: ¿En qué sentido?
Friedman: La marihuana es una sustancia pesada y voluminosa
y, por tanto, relativamente fácil de interceptar. Los agentes antidroga
han tenido más éxito apresando marihuana que, por ejemplo, cocaína.
Así, los precios de la marihuana han subido, es más difícil obtenerla.
Ha habido un incentivo para cultivar marihuana más potente y la gente
se ha dirigido de la marihuana a la heroína, la cocaína o el crack.
Paige: Entonces, hablemos acerca de otra droga: el crack.
Friedman: En mi opinión el crack jamás hubiera existido sin
la prohibición de las drogas. ¿Por qué se creó el crack? La manera más
normal de tomar cocaína, que entiendo que era esnifarla, aspirarla, se
hizo muy caro y los empresarios intentaron desesperadamente encontrar
una forma de envasarla…
Paige: ¿Empresarios?
Friedman: Por supuesto, son empresarios, emprendedores. La
gente que lleva el tráfico de drogas no son distintos del resto,
excepto en que tienen más iniciativa empresarial y menos preocupación
por dañar a otros. En ese sentido, son más irresponsables. Pero tienen
un negocio y tratan de obtener tanto como pueden. Y así descubrieron
que una buena forma de hacer más dinero era diluir el crack en
bicarbonato u otra cosa (quiero decir, cocaína y lo que hagan, no
conozco el procedimiento), para poder obtener dosis de cinco y diez
dólares.
Paige: Seguiremos hablando de eso en un momento. Pero, en relación con el crack, considerando que es muy adictivo y que…
Friedman: Eso es muy dudoso. Es adictivo, pero entiendo, a
partir de la evidencia médica, que no lo es más que otras drogas. De
hecho todo el mundo está de acuerdo en que la droga más adictiva es el
tabaco.
Paige: Bien, entonces déjeme plantearlo de otra forma. Toda la información que he recibido sugiere que es una droga muy placentera.
Friedman: Desde luego. Sin duda.
Paige: Y también que sus efectos duran muy poco.
Friedman: Sí.
Paige: Y es muy cara porque múltiples dosis cuestan un montón
de dinero. Mi pregunta es: ¿Si las drogas se legalizaran y el crack
estuviera disponible a bajo precio, no podría ser devastador que fuera
más sencillo de obtener y así mantenerse largos periodos de tiempo
tomando algo que, según dicen, es tan placentero?
Friedman: Bueno, puede ser. Nadie puede decir con seguridad
qué ocurriría en ese caso. Pero pienso que es muy dudoso, porque toda
nuestra experiencia con drogas legales indica que hay una tendencia en
la gente de ir de las más fuertes a las más flojas y no al contrario,
igual que se pasa de la cerveza normal a la “light”. Esa es la
tendencia que se aprecia: de cigarrillos sin filtro a cigarrillos bajos
en alquitrán y con filtro y cosas así. Pero no puedo descartar que eso
que usted dice pueda ocurrir, aunque, y esto es muy importante, aunque
el daño que pueda producir sería mucho menor que el actual, por muchas
razones. Lo que realmente más me preocupa acerca del crack no es lo
que estamos hablando: son los “bebés del crack”, porque esa es una
tragedia real. Son víctimas inocentes. No eligieron ser bebés del
crack, igual que quienes nacieron con el síndrome alcohólico fetal.
Paige: Como usted sabe, ya estamos experimentando esa
situación en proporciones propias de una epidemia. Uno de cada cuatro
bebés ingresados en un hospital en Maryland, se lo aseguro, es adicto.
Friedman: Pero, le diré; no es que los bebés del crack sean
necesariamente adictos, sino que tienden a nacer bajos de peso, tienen a
tener problemas mentales y cosas así. Pero usted sabe que el número de
afectados por el alcohol es mucho mayor. Aquí surge el problema. Eso
es lo que me preocupa.
Ahora, supongamos que lo legalizamos. Bajo las circunstancias
actuales, una madre adicta al crack tendría miedo de someterse a un
tratamiento prenatal, porque se ha convertido en una delincuente, está
amenazada con ir a la cárcel. Con las drogas legalizadas, ese temor
desaparecería. Y, sabe usted, incluso las madres adictas al crack
tienen un sentimiento de responsabilidad para con sus hijos.
No tengo ninguna duda de que bajo esas circunstancias, sería posible
tener un sistema de protección prenatal mucho más efectivo, un sistema
mucho más efectivo de intentar persuadir a la gente que consume drogas
a no tener hijos o dejarlas si los tienen.
Paige: Ocupémonos ahora sobre cómo llegó al convencimiento de
que las leyes sobre drogas podían no estar actuando tal y como
esperaba la nación. Dígame qué es lo que le hizo cambiar de ideas o de
forma de pensar.
Friedman: Bueno, yo no diría “cambiar”. Más bien diría
“formar” mi pensamiento, porque no recuerdo que nunca estuviera a favor
de la prohibición del alcohol o las drogas. Yo crecí… Soy
suficientemente viejo para haber vivido parte de la era de la
prohibición.
Paige: ¿Y la recuerda?
Friedman: Recuerdo una ocasión en que un compañero de
graduación sueco en Columbia quiso llevarme al centro a un restaurante
para tomar una comida sueca y me enseñó lo que era el licor aquavit.
Era un restaurante en el que este compañero sueco había estado
consiguiendo aquavit en plena prohibición, se lo estaban vendiendo. Y
esto ocurría justo después de desaparecer la prohibición. Fuimos allí y
les pidió aquavit. “¡Oh, no! Aún no tenemos nuestra licencia”. Al
final, habló con ellos en sueco y les convenció de llevarnos a la
trastienda donde nos dieron un vaso a cada uno. Eso demuestra lo
absurdo que era.
La prohibición se suprimió en 1933, cuando yo tenía 21 años, así que
yo era un adolescente durante la mayor parte de ella. El alcohol
estaba fácilmente disponible. El contrabando era común. La idea de que
la prohibición del alcohol impedía a la gente beber era absurda. Había
tabernas clandestinas por todas partes. Aún más. Teníamos el
espectáculo de Al Capone, los secuestros, las guerras de gángsteres…
Cualquiera con dos ojos podría ver que fue un mal negocio, que
estaban haciendo más mal que bien. Además, me convertí en economista. Y
como economista tenía que reconocer la importancia de los mercados y
de la libre elección y la soberanía del consumidor y llegar a descubrir
el mal que se produce cuando se interfiere en ellos. Las leyes contra
las drogas se aprobaron en 1914, pero no se aplicaron muy
estrictamente.
Paige: ¿Se refiere a la Harrison Act?
Friedman: La Harrison Act. No se aplicó muy estrictamente
hasta después de la Segunda Guerra Mundial, para entonces yo ya había
sido capaz de ver los efectos negativos de los controles de precios y
de rentas y de otros intentos gubernamentales de interferir en cosas
del mercado. Así que nunca llegué a estar a favor.
Paige: ¿Hubo algún acontecimiento concreto, algo de lo que usted fuera testigo que le impresionara o fue…?
Friedman: No, no hubo ningún acontecimiento. Fue un efecto acumulativo.
Paige: Por supuesto, usted sabe que hay quienes dicen que
cuando desapareció la prohibición, el consumo se incrementó enormemente
y que eso sería…
Friedman: Perdone, pero eso sencillamente no es verdad. Las cosas no fueron así. La verdad…
Paige: Se ha argumentado. Se ha argumentado eso.
Friedman: Existen cifras estadísticas incluidas en
publicaciones acerca de la cantidad de alcohol consumida. Esas cifras
suben abruptamente inmediatamente después la época de la prohibición,
pero se refieren al consumo “ilegal” de alcohol. Si tomamos, como he
hecho, las tablas de consumo de alcohol antes y después de la época de
la prohibición, dicho consumo vuelve más o menos a donde estaba y
durante el periodo posterior, si se ha movido ha sido disminuyendo, no
en términos absolutos, sino en relación con la población y el
crecimiento relativo de los ingresos.
Durante un tiempo, subió bastante lentamente, a la vez que los
ingresos, con una excepción. Durante la Segunda Guerra Mundial, se
disparó hacia arriba. Pero eso también ocurrió durante la Primera
Guerra Mundial. Por supuesto, nunca hubiera prosperado la prohibición
si no hubieran estado todos los hombres jóvenes en Francia cuando se
votó, así que las mujeres tuvieron una influencia extraordinaria en la
misma. Pero lo mismo ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Y
después de la Segunda Guerra Mundial, volvió a bajar. Y más
recientemente, el consumo de alcohol ha ido bajando desde una base per capita. Así que, sencillamente no es verdad que hubiera un tremendo incremento.
En lo que se refiere a las drogas, hace algunos años, Alaska
legalizó la marihuana. El consumo de marihuana entre los estudiantes de
bachillerato de Alaska bajó. Los holandeses, en Holanda, no penalizan
las drogas blandas, como la marihuana y preferirían no proscribir las
drogas duras, aunque se ven obligados por los compromisos
internacionales que han contraído, y el consumo de marihuana entre los
jóvenes ha bajado. Y también es interesante que la edad media de
consumidores de drogas duras haya subido, lo que significa que no hay
nuevos consumidores.
Así que la evidencia es muy variada. Pero tengo que admitir que una
consecuencia negativa de la legalización de las drogas es que podría
haber más adictos. Sin embargo, me gustaría ver esto desde otra
perspectiva.
Un niño que recibe un disparo en un barrio por un tiroteo por una
bala perdida es una víctima inocente, en todos los sentidos del
término. La persona que decide por sí mismo tomar drogas no es una
víctima inocente. Ha elegido ser una víctima. Y tengo que decir que me
inspira muchísima menos simpatía. No creo que sea moral imponer esos
enormes costes a otra gente para protegerla de sus propias decisiones.
Paige: Para que podamos entender el origen real de esas
convicciones, qué le parece si hablamos un momento desde la perspectiva
económica del libre mercado y cuál cree que sería el papel apropiado
del gobierno en relación con los individuos.
Friedman: El papel apropiado del gobierno sería exactamente
el que dijo John Stuart Mill en el siglo XIX en “Sobre la libertad”. El
papel adecuado del gobierno sería evitar que otra gente dañe a una
persona. El gobierno, dijo, no tiene nunca derecho a inmiscuirse en la
vida de una persona por el propio bien de esa persona.
El caso de la prohibición de las drogas es exactamente el mismo que
prohibir a la gente comer más de lo debido. Sabemos que el sobrepeso
causa más muertes que las drogas. Si en principio está bien que el
gobierno diga que no debemos consumir drogas porque nos pueden dañar,
¿por qué no sería correcto que nos diga que no debemos comer demasiado
porque nos puede dañar? ¿Por qué no sería correcto que nos diga que no
hagamos paracaidismo porque nos podemos matar? ¿Por qué no estaría bien
decir “Oh, esquiar no está bien, es un deporte muy peligroso, te harás
daño”? ¿Dónde ponemos el límite?
Paige: Bien, apostaría que el anterior responsable antidroga
William Bennett y otros tipos en esa línea, probablemente sugerirían
que la venta y distribución actual de drogas ilegales es, de hecho, una
empresa que daña a otras personas y que el gobierno debe intervenir…
Friedman: [Simultáneamente] Daña a mucha más…
Paige: …para proteger a los más vulnerables.
Friedman: Daña a mucha más gente, pero principalmente por
estar prohibida. Actualmente hay un número enorme de víctimas
inocentes. Tenemos a la gente a la que le roban sus bolsos, a las que
les golpea en la cabeza, gente que trata de conseguir suficiente dinero
para su próxima dosis. Tenemos a la gente muerta en las diversas
guerras de la droga. Tenemos la corrupción del entorno legal. Tenemos a
las víctimas inocentes que son los contribuyentes que tienen que pagar
por más y más prisiones y más y más reclusos, y más y más policía.
Tenemos al resto de nosotros que no tenemos una aplicación decente de
la ley porque todos sus agentes están ocupados tratando de hacer lo
imposible.
Y, por fin, tenemos a la gente de Colombia, Perú y otros países.
¿Qué conseguimos destruyendo y enviando a la muerte a miles de personas
en Colombia porque no podemos aplicar nuestras propias leyes? Si
pudiéramos aplicar nuestras leyes contra la droga, no habría mercado
para esas sustancias. Colombia no estaría como está.
Paige: ¿No es cierto que aquí toda la discusión, todo el problema de la droga es un problema económico para…?
Friedman: No, no es un problema económico en absoluto. Es un problema moral.
Paige: ¿En qué sentido?
Friedman: Soy economista, pero el problema económico es
estrictamente secundario. Es un problema moral. Es un problema del daño
que está infligiendo el gobierno.
He estimado estadísticamente que la prohibición de las drogas
produce, de media, diez mil homicidios al año. Es un problema moral que
el gobierno ocasione la muerte de diez mil personas. Es un problema
moral que el gobierno criminalice a gente, que puede que esté haciendo
cosas que usted y yo no aprobaríamos, pero que no hacen nada que dañe e
otros. La mayor parte de los arrestos por droga son por posesión de
consumidores esporádicos.
Aquí tenemos a alguien que quiere fumar un cigarrillo de marihuana.
Si le pillan, va a la cárcel. ¿Es eso moral? ¿Es adecuado? Creo que es
una auténtica desgracia que nuestro gobierno, que se supone que es
nuestro, pueda estar en situación de convertir en criminales a gente
que no daña a otros, de destruir sus vidas mandándolos a la cárcel.
Para mí, se trata de eso. La parte económica sólo se necesita para
explicar por qué tiene esos efectos. Pero las razones económicas no son
las razones básicas.
Por supuesto, estamos despilfarrando dinero en ello. Diez, veinte,
treinta mil millones de dólares al año, pero eso es lo de menos.
Despilfarramos esas cantidades de muchas otras formas, como pagando
cosechas que no se van a producir.
Paige: Hay muchos a los que les gustaría ver la economía…
cómo la economía del negocio de las drogas a afecta a la principales
ciudades del interior de América, por ejemplo.
Friedman: Por supuesto, lo hace, y porque está prohibida.
Mire, si observa la guerra contra las drogas desde un punto de vista
puramente económico, el papel del gobierno es proteger al cártel de las
drogas. Esta es la realidad, literalmente.
Paige: ¿Lo hace bien?
Friedman: Excelentemente. ¿Qué quiero decir con esto? En un
libre mercado normal (digamos, de patatas, carne o lo que quiera), hay
miles de importadores y exportadores. Cualquiera pueda entrar en el
negocio. Pero es muy difícil que un pequeño empresario pueda dedicarse
al negocio de importación de drogas, porque nuestros esfuerzos por
impedirlo esencialmente lo hacen enormemente costoso. Así que la única
gente que puede sobrevivir en ese negocio son ese tipo de gente como el
cártel de Medellín, que tienen suficiente dinero como para tener
flotas de aviones, métodos sofisticados y cosas así.
Además de eso, al no permitir esos productos y arrestar, por
ejemplo, a los cultivadores locales de marihuana, el gobierno mantiene
alto el precio de esos productos. ¿Qué más querría un monopolista?
Tiene un gobierno que se lo pone muy difícil a todos sus competidores y
mantiene alto el precio de sus productos. Es como estar en el cielo.
Paige: Por supuesto, usted sabe que hay teóricos de
conspiraciones que sugieren que eso ocurre por una razón, que es porque
los gobiernos están de acuerdo con los traficantes de droga: usted no
diría eso.
Friedman: No, no. En absoluto digo eso. Ya sabe usted, una y
otra vez en política las buenas intenciones se tuercen. Y las buenas
intenciones se tuercen porque se gasta dinero de otros.
Paige: Muchos dirían que muchas de sus teorías se basan en la
idea del propio interés: si interesa a un individuo hacer algo, lo
hará.
Friedman: No es una teoría y nadie lo negará. ¿Hay alguien
que pueda negar que lo que cabe esperar es que cada persona persiga sus
propios intereses? Otra cosa es que esos intereses personales no
tienen por qué ser limitados. La Madre Teresa persigue su propio
interés personal igual que Donald Trump persigue el suyo. Pero ambos
persiguen un interés personal.
Paige: Algunos dirían que esa idea (que los intereses
personales son los que impulsan a las sociedades y a las personas) es
una filosofía despiadada y que los más pobres no saldrían bien parados
con esas ideas. Ya ha oído eso antes.
Friedman: Sí, por supuesto. Pero la evidencia es abrumadora.
Los únicos países del mundo en los cuales las gentes de bajos ingresos
han llegado a conseguir un nivel de vida medianamente decente son
aquéllos que confían en mercados capitalistas. Sólo compare la calidad
de vida, el nivel de vida de la gente común en Rusia y en, no quiero
decir EE.UU., pero en Francia, en Italia, en Alemania, en Inglaterra o
en Hong Kong. Compare Hong Kong con la China continental.
Cada sociedad se guía por su interés personal. China continental se
guía por su propio interés. La pregunta es ¿Cómo se disciplina el
propio interés? La única forma de satisfacer tu propio interés es
consiguiendo algo por lo que otra gente está dispuesta a pagar. Tenemos
que…
Paige: O haciendo renunciar a otra gente a punta de pistola, supongo.
Friedman: Si puede.
Paige: En último caso.
Friedman: En último caso. Pero así no conseguiremos su
cooperación. Podemos ser capaces de matarles. Podemos ser capaces de
tomar su riqueza. Pero eso no creará más riqueza. Así, las únicas
sociedades que han sido capaces de crear una prosperidad relativa
ampliamente extendida han sido aquéllas que han confiado principalmente
en los mercados capitalistas. Eso es cierto si vemos Hong Kong frente a
China continental, Alemania Oriental frente a Alemania Occidental,
Checoslovaquia antes de la Segunda Guerra Mundial y hoy día. No hay
ninguna excepción a esta afirmación.
Adam Smith lo expresó de la mejor manera posible hace doscientos
años, cuando dijo que la gente que sólo busca perseguir su propio
interés se ve guiada por una mano invisible que promueve el interés
público, aunque este no forme parte de su intención. El Señor Ford no
desarrolló el automóvil Ford por el interés público. Lo hizo por su
interés privado.
Paige: Pero Adam Smith también vio un papel para el gobierno, por ejemplo, en la administración de justicia, ¿no?
Friedman: Yo también. No soy partidario de que no haya
gobierno. Creo que hay una función real para el gobierno. Y una de las
razones por las que me opongo a muchas de las cosas de las que se ha
ocupado el gobierno es porque eso hace que no realice sus auténticas
funciones. Una función básica es evitar que nos roben en la casa, que
nos golpeen en la cabeza. Y puesto que la mayor parte de muestra
maquinaria de cumplimiento de la ley se dedica a la guerra contra las
drogas, no tenemos ese tipo de seguridad.
Paige: Pero, sin duda, ahí aparece el argumento de que si la
policía acude y se lleva a una persona adicta a una droga que no tiene
dinero para comprarla, también está sacando de la calle a un potencial
ladrón que podría entrar a robar en mi casa, ¿no?
Friedman: Lo está, pero habría más en camino, como sabemos, y
además ¿qué van a hacer con él? ¿Lo van a encarcelar? La mayoría de
esta gente arrestada lo es simplemente por posesión, son consumidores
esporádicos.
Paige: Sin embargo, la anciana de sesenta y cinco o setenta y
cinco años que mira por la ventana y ve a traficantes de droga en la
calle portando armas y vendiendo a la puerta de su casa tiene derecho a
llamar a la policía y decir “quiero que esa gente no esté en mi
calle”.
Friedman: Sin duda.
Paige: Y la policía debería quitarles de la calle. ¿Correcto?
Friedman: Sin duda. Pero es un error tener una ley que
convierte en eso la principal función de la policía. No culpo a la
policía. No culpo a esa mujer. No culpo a los traficantes de drogas.
Paige: ¿En qué sentido?
Friedman: Les ponemos en una situación en la que eso es lo
que hay que hacer. Cuando decimos a un joven de los suburbios, “Mira,
tienes un trabajo razonable de MacDonalds o en cualquier otro lugar,
ganarás cinco, seis, siete dólares a la hora. Pero por otro lado, está
la posibilidad de trapichear con drogas en la calle”. ¿Por qué tienen
esa posibilidad los jóvenes? Porque la ley es menos severa con los
jóvenes que con los adultos.
Paige: ¿Pero cómo cree que afectaría la legalización a los pobres de este país?
Friedman: ¿Los pobres? Depende de qué pobres. Pero en
general, la legalización por sí misma no tendría ningún efecto
significativo para los pobres. Podría ofrecer mejores oportunidades
para los pobres haciendo a las ciudades más seguras y un lugar donde
podrían tener un negocio decente y adecuado. Podría ofrecer una
oportunidad para mejorar la escolaridad. El deterioro de la
escolarización, que es otro caso de socialismo ineficaz, tiene tanto
que ver con los problemas de los suburbios como las drogas. Las drogas
no son lo único sobre lo que hay que trabajar.
Pero no creo que la legalización deba contemplarse principalmente
como una manera de ayudar a los pobres. La legalización es una manera
de evitar (como ciudadanos en nuestro forum) que el gobierno utilice
nuestro poder para dedicarse a una conducta inmoral que mata gente,
quitando la vida sin necesidad a personas en EE.UU., en Colombia y en
todas partes.
Paige: Así que usted ve la actividad actual del gobierno como si el Tío Sam fuera a apuntar con un arma a la cabeza de alguien.
Friedman: Eso es lo que está haciendo, por supuesto. Ahora
mismo, el Tío Sam no sólo está apuntando a la cabeza de alguien, está
apuntando a su propiedad sin un proceso legal adecuado. Los antidroga
están expropiando propiedades, en muchos casos de gente inocente sin
tener cargos reales contra ellos. Están convirtiendo a ciudadanos en
espías e informadores. Decimos a la gente que llame, no hace falta dar
el nombre, sólo para compartir sospechas. Esa en una forma terrible de
gobernar lo que se supone es un país libre.
Paige: Ocupémonos entonces en los últimos minutos de cuál es
su visión concreta. Bajo su sistema, si pudiera pedir un deseo y que se
hiciera realidad, ¿qué sistema sería? ¿Cómo legalizaría las drogas?
¿Cómo se ocuparía de ello?
Friedman: Legalizaría las drogas sometiéndolas exactamente a
las mismas normas que existen hoy día para el alcohol y el tabaco. El
consumo de alcohol y tabaco causa más muertes que el de las drogas, con
mucho, pero muchas menos víctimas inocentes. Y las principales
víctimas inocentes, en esos casos, son los muertos por conductores
borrachos. Y tenemos que hacer cumplir la ley contra conducir bebidos,
igual que tenemos que hacer cumplir la ley contra las conducción bajo
la influencia de la marihuana, lo cocaína o cualquier otra droga.
Pero trataría, al menos como primera medida, de tratar a las drogas
exactamente de la misma forma que ahora tratamos al alcohol y al
tabaco, nada más.
Paige: Usted sabe lo que diría el Representante Charles Rangel (Demócrata – Nueva York).
Friedman: He escuchado a Charles Rangel. Es un demagogo, que
no ha relacionado lo que dice con los intereses de sus electores. Sus
propios electores, la gente a la que sirve, están entre las personas
que más se beneficiarían con la legalización de las drogas. Charles
Rangel persigue su propio interés.
Paige: Perdóneme por haber citado a alguien, pero sólo quería
mencionar una respuesta típica parecida a que si se tratan como el
alcohol, hablaríamos de anuncios de cocaína a toda página en revistas.
Hablaríamos de anuncios en televisión. Hablaríamos de comprar cocaína…
Friedman: Perdóneme. Anunciar alcohol en televisión está prohibido hoy en día.
Paige: Sólo para licores de alta gradación
Friedman: Para licores de alta gradación. Y digo tratarlas
igual que tratemos al alcohol. Así que supuestamente esos anuncios
estarían prohibidos.
Pero, por supuesto, en todo caso yo no prohibiría a nadie leer a Mr.
Rangel y eso que sus ideas son al menos tan peligrosas como esos
anuncios a toda página de los que usted habla.
Paige: ¿Qué es lo que más teme ante la idea de que las drogas sean legales?
Friedman: No temo nada ante la idea de que las drogas sean legales.
Paige: Nada.
Friedman: Lo que me da miedo es la idea de continuar por el
camino actual, que destruiría nuestra sociedad libre, convirtiéndola en
un lugar no civilizado. Actualmente sólo hay una manera real de hacer
cumplir las leyes contra las drogas. La única forma de conseguirlo es
adoptar las políticas de Arabia Saudita o Singapur, que aplican otros
países, en los cuales un adicto a la drogas está sujeto a la pena
capital o, como mínimo, a que le corten las manos. Si queremos tener
penas como ésas… ¿pero sería una sociedad en la querríamos vivir?
Paige: ¿Le parecen evidentes esas ideas?
Friedman: Sí. He pensado en ellas durante mucho tiempo. He
observado su funcionamiento en este país y en otros durante mucho
tiempo. Y encuentro prácticamente increíble cómo la gente puede apoyar
el sistema actual de prohibición de las drogas. Hace mucho más mal que
bien.
Paige: Si son tan evidentes, ¿por qué está usted tan en minoría, especialmente entre…?
Friedman: Por supuesto. Muy buena pregunta. Y la respuesta es
que hay muchos intereses creados que han surgido a partir de la
actual guerra contra las drogas. ¿A quién se escucha cuando se habla de
drogas? A la gente que tiene la obligación de aplicar las leyes
antidroga. Que creen que hacen lo correcto. Son buenas personas. Todos
creemos que lo que hacemos merece la pena. Nadie lo hace por motivos
perversos. Pero todo es igual en el gobierno.
Paige: ¿No cree que el miedo es uno de los principales apoyos
de la actual guerra contra las drogas? Miedo a que, sin ella, se pueda
discutir sobre el fondo.
Friedman: Sí, pero es un falso miedo y un miedo promovido.
Fíjese en lo que dijo el anterior responsable antidroga, Mr. Bennet. En
primer lugar, afirmó que el consumo de alcohol al terminar la
prohibición se triplicó o cuadruplicó o algo así. Estaba equivocado,
sencillamente equivocado en los hechos. Creó todo tipo de miedos al
hablar sobre cuántos nuevos adictos podría haber. Nunca ha presentado
la más mínima evidencia, nunca ha ofrecido ejemplos de otro lugar o
cualquier otra cosa. ¿Por qué? Porque tiene que hacer su trabajo.
Paige: Intereses creados, dice usted.
Friedman: Intereses creados, intereses propios, los mismos
intereses propios a los que se opone la gente en el mercado. Pero en el
mercado, si inicias un proyecto, tienes que financiarlo de tu propio
bolsillo.
Paige: Última pregunta. Usted tiene nietos.
Friedman: Es verdad.
Paige: Tiene una nieta de dos años.
Friedman: Sí.
Paige: ¿Que se llama…?
Friedman: Se llama Becca.
Paige: Cuando mira a Becca ¿qué imagina para ella y su futuro?
Friedman: Depende totalmente de lo que nosotros y nuestros
conciudadanos hagamos con nuestro país. Si continuamos dirigiéndonos
cada vez más en dirección al socialismo, no sólo inspirado mediante la
prohibición de las drogas, sino mediante la socialización de escuelas,
la socialización de la medicina, la regulación de las industrias,
imagino para mi nieta algo equivalente al comunismo soviético de hace
tres años.
Paige: ¿Le preocupa que las drogas afecten de alguna forma a su nieta?
Friedman: No me preocupan las drogas, sino que el gobierno
haga algo respecto de ellas. No me preocupa que ella pueda ser adicta.
Tiene buenos padres. Sus padres le ofrecerán buenos modelos…
Paige: Me refería a la violencia alrededor del tráfico de drogas, el…
Friedman: La violencia se debe a la prohibición y nada más.
¿Cuánta violencia hay alrededor del mercado del alcohol? Alguna, sólo
porque prohibimos la venta de alcohol a los niños, que debe hacerse, y
también porque establecemos impuestos muy altos y, como consecuencia,
se incentiva el contrabando. Pero no hay más violencia en su entorno.